La Cámara de representantes aprobó por aclamación su creación; ahora queda que el Senado secunde la moción y el presidente la ratifique
El Instituto Smithsonian gestiona los museos nacionales ABC
Ha tardado 26 largos años, pero la propuesta de erigir en Washington un gran museo para honrar el legado hispano en Estados Unidos por fin ha sido aprobada en el Capitolio. La Cámara de representantes aprobó el 27 de julio, por aclamación además, la creación de un Museo Nacional de los Latinos Americanos, dedicado a la investigación, preservación y exhibición de muestras de las contribuciones de los hispanos a la forja de la nación, comenzado por el desembarco español en el continente en 1492. Para su mantenimiento, el Congreso contempla una inversión mínima de 20 millones de dólares por año. Ahora queda que el Senado secunde la moción y el presidente la ratifique.
Inmediatamente, el que ha sido uno de los mayores defensores de la construcción del Museo Latino, el senador demócrata Bob Menéndez, se ha puesto a buscar apoyos tanto de republicanos como de demócratas. Este senador lamenta que la iniciativa se haya demorado tanto. «Hoy, casi uno de cada cinco estadounidenses es de ascendencia hispana, y sin embargo, esto es algo imposible de adivinar si uno se pasea por la explanada de los monumentos en nuestra capital. Ya hace mucho tiempo que nuestro país debería haber tenido un museo nacional dedicado a contar la rica y diversa historia de latinos y latinas en su historia», dice. Admite que será un trabajo largo, pero necesario «para educar a las generaciones actuales y futuras sobre las vastas contribuciones políticas, sociales, culturales y económicas a la vida estadounidense de los latinos».
Legado colonial y español
Este museo se abre paso justo en el contexto de un intenso debate sobre el legado colonial y español en EE.UU. La protesta racial provocada por la muerte de un hombre negro bajo custodia policial provocó el derribo de estatuas confederadas primero, y de conquistadores y misioneros españoles después. También han caído o se han retirado lienzos y estatuas de Cristóbal Colón y la Reina Isabel la Católica. En Washington hay museos nacionales dedicados a historia afroamericana y amerindia, a la carrera aeronáutica y espacial, y hasta a arte asiático y moderno.
De todos modos, los pocos que se oponen al museo en el Capitolio citan razones económicas y no ideológicas. Los museos públicos nacionales, que gestiona el Instituto Smithsonian, tienen pendientes unas renovaciones atrasadas cuyo coste total estimado es de 1.000 millones de dólares (850 millones de euros). Y luego, como en todos los proyectos de este tipo, está el problema de los sobrecostes. El último museo nacional en construirse en la capital federal, el de Historia Afroamericana, iba a costar 350 millones y acabó superando los 555. De momento no hay un coste estimado de diseño y construcción del Museo Latino, algo que deberá decidir un patronato y que se añadirá a los presupuestos nacionales aprobados.
«Una dejadez intencionada»
La urgencia por crear un museo de este tipo sobrevuela el Capitolio desde 1994, año en que un informe del Instituto Smithsonian que llevaba por descriptivo título «Una dejadez intencionada», afirmó que «por sus raíces nativas y la herencia española, los latinos son anteriores a la llegada británica a América». «Su contribución es importante en cada aspecto de la historia y la cultura americanas. Y aun así, el Instituto Smithsonian excluye e ignora a los hispanos en prácticamente todos los apartados de su estructura». En aquel entonces los hispanos eran el 10% de la población. Hoy son el 18%.
La diputada republicana Jaime Herrera Beutler, de California, hizo referencia a esas raíces españolas al sumarse a la causa del Museo Latino. Ella cree que el hecho de no hablar español, pese a que sus ancestros sean mexicanos, es en parte resultado de este olvido de la herencia hispana en EE.UU. «A mi generación de hispanos no se nos transmitió el español, en parte, porque no era popular. La mayoría de nosotros hemos debido aprenderlo en la universidad, o en la escuela secundaria, lo cual es bueno; pero me gustaría que se institucionalice ese orgullo de transmitir ese idioma y preservar la cultura, ya que es una cultura estadounidense; y qué mejor oportunidad tendríamos que destacarla en el lugar más emblemático de EE.UU.».
Para el diputado tejano Harry Cuéllar, demócrata, ese museo debe tener una buena parte dedicada a la indudable influencia de España en la historia de EE.UU. Para él esta es clara, presente hasta en la moneda que hoy domina la economía mundial. «Si uno quiere comprobar el impacto que la cultura española ha tenido en EE.UU. lo único que tiene que hacer es fijarse en los símbolos estatales como los escudos de armas, sellos y banderas, y verá por ejemplo que Alabama, Arizona, Arkansas, Florida, Montana, Nuevo México, Texas, Puerto Rico, Los Ángeles, Santa Fé, San Luis, San Diego, Baton Rouge, Riverside, Pensacola, Cupertino y San Agustín comparten los mismos símbolos», asegura. «Cuando los exploradores españoles se asentaron en EE.UU., trajeron consigo las monedas comerciales, o dólares españoles, que las personas de aquella zona usaban a diario».
El electorado hispano
En el tira y afloja entre demócratas y republicanos para lograr el mayor consenso posible, estos últimos sí han conseguido que en la ley aprobada figure que el museo debe mantenerse ajeno a contiendas políticas. «En el desempeño de sus funciones, la Junta de Gobierno se asegurará de que las exposiciones y los programas del Museo reflejen la diversidad de puntos de vista políticos sostenidos por los latinos de EE.UU. sobre los eventos y asuntos relacionados con su historia», dice la ley. Con la salvedad del exilio cubano y más recientemente venezolano, el electorado hispano tiende al campo demócrata, optando por Hillary Clinton en un 66% en 2016 y por Barack Obama en un 71% en 2012. De hecho, los integrantes del llamado Caucus Hispano del Capitolio son todos demócratas. Desde luego, hay diputados y senadores republicanos que son latinos, pero son menos que los del otro partido.
Sin embargo, la construcción de este museo no se ha convertido en algo de partido. Destacados e influyentes republicanos, como Marco Rubio, se han manifestado a favor. De hecho, es un republicano, John Cornyn, de Texas, quien se ha encargado de introducir la ley en el Senado, que la deberá votar próximamente. «Cerca del 40% de los texanos se identifican como hispanos, y su historia es una parte integral de la historia de Texas, y debe ser reconocida y honrada», defendió el senador en el comunicado en que anunció la ley.
En realidad, el primer proyecto de ley para estudiar la creación de un Museo Latino se introdujo en el Capitolio en 2003. En 2008, George W. Bush, antes de abandonar la Casa Blanca, creó una comisión de 23 miembros para estudiar la viabilidad del museo. En 2011, ese comisión hizo público un informe en el que concluía que su creación en Washington era factible y deseable. Nueve años ha tardado en llegar esa propuesta al Capitolio. Sólo los senadores pueden evitar ahora que el proyecto se demore otros nueve.
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